Tigre Hispano; 23 años de impartir justicia

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Ventura Lahoz Martín, se inició hace 24 años como impartidor de justicia, pero antes fue luchador, en relación a su papel como ley del ring habló para BOX Y LUCHA:

«Mi nombre es Ventura Lahoz Martin, el nombre de mi padre es Francisco Lahoz Calvo y mi mamá Esperanza Martin Gargallo. Nací en un pueblo llamado Estercuel, provincia de Aragón. A los 8 años nos fuimos a vivir a Barcelona y cuando tenía 13 años venimos a radicar a México. Corría el año de 1950, dos o tres años después, mi hermano Emilio, me llevó a entrenar pesas a la calle de Bucareli, en la Asociación Deportiva Mexicana, aquí daba clases de lucha libre y de lucha olímpica, el profesor Raúl Romero, me gusto este deporte y como quien no quiere la cosa me fui adentrando; el Profesor Romero me dejó buenas enseñanzas y fue ahí donde partió mi carrera como luchador».

«En una ocasión, en la arena Escandón, de Tacubaya, la Unión de Luchadores, donde estaban gente como: Patrón Bonales, mi suegro Rudy Blancarte, Cesar Sando y otros luchadores más, quienes organizaron una función de lucha libre y me programaron a mi. Luche contra Relámpago Carreño, era un luchador garrudo, flaco, pero fuerte. Ese fue mi debut y lo hice con mi nombre Ventura Lahoz. Tiempo después Cesar Sando dijo: hay que ponerle un nombre de luchador. En ese tiempo había un León Hispano, creo que era Tomás Rialde así que decidieron ponerme Tigre Hispano y así se me quedo.».

«En España luché como El Azteca, en esa gira me sentí muy bien porque a pesar de no tener mucho peso me ponían con gente de mayor peso y es que la lucha de allá es diferente a la de México, aquí es más técnica, más estética y con muchos más vuelos y ese estilo emocionaba a la gente. Fui a España con Roberto Ruíz, El Estudiante, en el año de 1962, estuvimos casi un año. Con los años ya fui, con mi esposa Lupita Blancarte y mis dos hijas Monserrat y Pilar, a luchar y aprovechaba para ir de paseo. Iba cada dos años a Europa, fui a Italia, Alemania. También recorrí África, Irán e Irak».

«Debute en la lucha libre en 1958, tenía 19 años. Gané las cabelleras de Rocky Santana, Pequeño Yaki y obtuve el campeonato welter del Estado de México. Entre a la arena México y después de un año en una lucha que tuve en la arena Xochimilco contra Vicente Ramírez, quien trabajó durante un tiempo como el Santo II, (ha sido el único luchador al que la Leyenda Plateada le permitió utilizar su nombre) le aventé una plancha, no me recibió bien y me fracturé el codo, por lo que estuve más de un año fuera, cuando retorne luchaba sólo ocasionalmente y me dedique más al trabajo que tenía en le cervecería Modelo».

«La idea de ser réferi nació un día en que el señor Juan Herrera, jefe de programación de la arena México, estaba en mi casa y le pedí que me diera un chance, me dijo: mejor siga luchando; le comente que ya tenía 50 años y que ya no estaba para esos trotes. Pero de réferi es muy difícil, lo cual ya me había dicho mi suegro Rudy Blancarte. Deme chance, es sólo un reto más –insistí-. Y fue así como surgió la oportunidad, en abril del 1987, de impartir justicia. Inicié en la arena Escandón y me ponían en la primera lucha en la arena México para que me fuera fogueando. Una semana antes de iniciarme como réferi me retiré de la lucha, fue sin decir adiós, no hubo homenaje, ni nada parecido».

«Mi mejor lucha refereada ha sido una entre el Perro Aguayo y Universo 2000, todos me felicitaron y ahí nació la idea de de ser réferi rudo, fue algo para darle un giro diferente porque todos son técnicos y yo quise ser rudo. Gente como Eddy Palau y El Güero Rangel eran del bando bueno. Me siento satisfecho por todo lo logrado, aunque lastimado porque son muchos años. Quienes nos retiramos ya mayores, al final las lesiones te pasan factura, pero me siento a gusto de haber sido luchador y réferi, porque estoy en la mejor empresa de lucha libre del mundo. El CMLL es una empresa que responde por cada uno de sus trabajadores, no te dejan tirado, ni abandonado cuando estás enfermo o lesionado. Me da gusto haberme mantenido durante 23 años y vienen jóvenes nuevos como el Güero Noriega y hay que llevarlo con calma, enseñarle como alguna vez me enseñaron a mi».

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