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Hola, amigos lectores. Esta ocasión comentaré los problemas que a veces se suscitan entre público y luchadores. En ocasiones hay aficionados que se apasionan mucho con la lucha; otros sólo quieren lucirse con las personas (mujeres o amigos) que los acompañan. Lidiar con ellos forma parte de nuestro trabajo.
Una vez fui a luchar a Nuevo Laredo, Tamaulipas; la mayoría de gladiadores que trabajaron en esa función eran del norte del país, muy pocos del DF. En la lucha estrella se enfrentaban Solitario y Aníbal contra Ray Mendoza y Ángel Blanco; en la lucha semifinal, estábamos José Torres y Rambo contra Villano II y su servidor. Desde la primera lucha, entró René Guajardo al vestidor y nos alertó sobre una persona que estaba de imprudente y en estado de ebriedad, que lo único que quería era molestar a los gladiadores. Al bajar de ring, todos los luchadores se quejaban de esta persona que no dejaba de molestarlos. En la contienda semifinal, subimos mi hermano y yo y pasó lo mismo, el tipo se la pasó toda la lucha insultándonos y metiéndose con nosotros.
Llegó la lucha donde se enfrentaban Aníbal y El Solitario contra Ángel Blanco y mi papá Ray Mendoza; estaba en los vestidores cuando de pronto escuché la escandalera, a los pocos minutos entró al vestidor mi papá y platicó que el individuo mencionado seguía ofendiendo a todos pero en especial a él; en una acción, El Solitario le dio una patada a la filomena y cayó fuera del ring, para su mala suerte, a los pies del fulano en cuestión, quien inmediatamente empezó a patearlo; mi padre se levantó rápidamente y lo encaró, era un tipo alto y gordo quien traía una pistola en la cintura.
Ray Mendoza le propinó tremendo golpe que lo mandó cinco metros hacía atrás. Decían los compañeros de mi papá que tenía mira electrónica en la mano derecha, pues tenía un dedo quebrado producto de su etapa de boxeador, pero cada que pegaba con esa mano sus rivales se caían. Tras el golpe, el sujeto quedó noqueado. Entró René Guajardo al vestidor para calmar las cosas. Cuando mi papá se terminó de bañar llegó un grupo de agentes de la policía judicial que se quisieron meter a la fuerza a los vestidores. Siempre se ha tendido un gran respeto por los vestidores y nadie puede entrar a ellos (bueno, ahora se ha relajado la disciplina, pero antes era otra cosa; hoy los luchadores son más irresponsables y no respetan). Cuando éramos niños, mi padre nunca nos metió a los vestidores. Como las oficinas de la policía judicial se encontraban a dos calles de la arena, poco tardaron en llegar. El promotor Ventura Martínez fue quien primero sacó la cara, pero finalmente cedió a que se llevaran a Ray Mendoza a la cárcel. El presidente municipal de Nuevo Laredo era aficionado a las luchas, pero ese día tuvo mucho trabajo y no asistió a la arena. El promotor se comunicó con él y se careó con el tipo borracho al que mi papá le había pegado. Al final aceptó que estaba provocando a los luchadores para quedar bien con una dama que lo acompañaba y que estaba de buen ver. Pero con lo que no contó es que alguien lo iba a poner en su lugar. Al final ofreció disculpas a Ray Mendoza y no hubo delito qué perseguir. Espero sus comentarios a ardimen3@yahoo.com.mx o bien a www.villanotercero.com.mx