La semana pasada murió José Luís Hernández, El Monarca. Todos los que lo conocieron coinciden en que pintaba para ser un grande de los cuadriláteros. Quién mejor que su entrañable amigo, El Satánico, para hablarnos del finado:
«Para mí fue triste y sorpresivo enterarme de la muerte del Monarca. Él estaba muy enfermo y ya se esperaba su deceso; estuve en la semana previa en Guadalajara, y me decían que estaba muy delicado; no se me dio la oportunidad de ir a visitarlo donde estaba internado, prefiero recordarlo como en sus buenos tiempos, como el gran amigo que fue, gran compañero; somos integrantes de la misma generación.
«Desde que llegamos con El Diablo Velazco fuimos amigos inseparables, tanto en Guadalajara como en México, decían que éramos uña y mugre. Siempre fue muy alegre y le gustaba mucho la bohemia. Cuando llegó a México, tuvo buena suerte porque lo hizo en plan estelar. Todo aquel que venía como campeón medio de Occidente era la futura estrella de la arena México, y él llegó aquí con ese cetro, y se instaló en lo más alto de las carteleras.
«Lo más importante fue que nunca se le subió la fama ni perdió piso. Fue feliz a su modo, fue un galán, al menos así lo consideraban las mujeres; era la época en que las primeras filas de las arenas estaban llenas de las más famosas vedettes, ese fue su mundo, lo vivió a su modo, lo disfrutó y si se hubiera dedicado un poco más a su profesión, tendría un lugar en la historia de la lucha libre; nunca fue campeón mundial, aunque tenía todas las facultades para serlo. Duele mucho que se quedara en el camino, además, no es el momento de hacer leña del árbol caído, pero él sabe que en el fondo lo quería mucho. Espero en Dios que esté descansando en paz.
«Su mejor virtud en el ring era la combatividad, siempre se moría en la raya. Hasta donde tengo conocimiento, tenía diabetes y había perdido la vista desde hace tres años, esto lo supe por su sobrino, Aníbal Jr. Cuando supe de su muerte, se me salieron las lágrimas, ojalá y esto sirva de ejemplo para todos los jóvenes luchadores que tienen carisma con la gente, para que cuiden su comportamiento. Mando mi más sentido pésame a toda su familia».