Personajes:
J: José
S: Salvador
A: Abril
P: Papás
J: ¡Hola señor Salvador! ¿Cómo está? ¿A qué se debe su visita?
S: ¡Hola José! ¡Hola Abril! Estoy muy bien. Ustedes también se ven mjuy contentos y saludables. Vengo a platicar con sus papás. Van a tardar un poco en salir, pero no hay problema, aquí los espero.
A: Oiga señor, ¿qué le parece si mientras salen nuestros papás nos platica cómo empezó la lucha libre? Le pregunté a José pero me contestó que mejor esperaramos a verlo y pedirle ese favor.
S: Claro niños, pero ¿ahorita? Iban a la calle ¿no los destraigo?
J: Yo iba a jugar fut, pero puedo ir otro día.
A: Y yo iba a platicar con unas amigas, pero puedo llegar un poco tarde.
S: No se diga más. Pues… verán… el hombre, el humano ha tenido la necesidad de luchar desde hace mucho, por ejemplo en la época de las cavernas a veces se enfrentaban a un mamut u otro animal. Ya como deporte, en Grecia se organizaron justas deportivas y tenemos noticias de ellas a partir del 776 antes de Cristo, las llamaban juegos olímpicos, y al periodo entre unos y otros se les dio el nombre de olimpiada, así, por ejemplo, los años de nacimiento, florecimiento de sus obras o de la muerte de importantes filósofos, escritores de tragedias o comedias resulta muy difícil precisarlos, pero a veces se pone cierta olimpiada como referencia…
J: ¿Y en cuál olimpiada nació Zeuz?
A: No seas ignorante, Zeuz es uno de los tantos dioses griegos ¿cómo quieres saber su año de nacimiento?
J: ¡Ah! Perdón sabionda.
A: Mejor cállate y deja continuar a Salvador… perdón, al señor.
S: No hay problema Abril, pero ya no peleen. Bueno, continuo. En esos juegos olímpicos se incluían deportes como box, atletismo y, claro, lucha. A los campeones se les daba una corona; no habían premios materiales pero sí la admiración, en particular, de los habitantes de la ciudad o el pueblo al cual representaban. Siglos después, se interrumpieron esos juegos. Siglos después un emperador romano quería entretener a su pueblo y de ahí surge el coliseo romano, los gladiadores, el sacrificio de cristianos ante fieras, etcétera.
A: De ahí viene lo de «al pueblo pan y circo» ¿verdad?
S: Sí Abril, tienes razón. La lucha amateur, osea, la no profesional, sobrevivió cientos de años, por ejemplo, aproximadamente en 1863, con la invasión francesa a México, un grupo de franceses le enseñó ese deporte a un puñado de mexicanos. A finales del siglo XIX un hombre aristócrara planeó organizar unos juegos olímpicos modernos; resultó muy difícil por lo complicado para transportarse, pero finalmente se realizaron en Atenas, Grecia, en 1896 y, claro, se incluyó la lucha. Como deporte resultaba competitivo, pero como espectáculo no funcionaba, pues la mayoría se aburria.
J: ¿Y entonces qué hicieron?
S: De repente a alguien se le ocurrió una brillante idea: uno de los protagonistas respetaría las reglas, pero el otro rompería las llaves «misteriosamente», con trampa, por ejemplo golpes o aplicaría castigos prohibidos. en una palabra se portaría «rudo», recibiría amonestaciones, pero no una descalificación automática. ¡Ahí estaba el secreto para llamar la atención!, por eso la gente comenzaría a gritar, a insultar al marrullero, pero finalmente había emoción. Ese espectáculo se hizo famoso en Estados Unidos y varios países de Europa, comenzaron a surgir campeones como Frank Gotch, el Estrangulador Lewis, Buddy Rogers y muchos más, habían personajes curiosos como el Arlequín y el Natural Boy. Ahora existía alguien a quién insultar o idolatrar, mucha gente podría ahorrarse ir a terapia, al psicólogo o al psiquiatra.
J: Caray, pues ahí deberían ir nuestros papás Abril, a ver si así dejan de gritar y decir groserías en casa.
A: Cállate José, ¿qué va a decir Salvador?
J: Pues si eso pasa en casi todas las familias. ¿o no señor? ¡Ah! lo olvidaba, como tú quieres estudiar Psicología. ¡Oye, se me ocurre algo: estudia Psicología y yo me hago luchador, a ver quién ayuda a más gente.
A: Pues a mí se me ocurre otra cosa: vé a las funciones a aventarle objetos a los luchadores en lugar de a mí, a ver si te rompen las narices.
S: Ja, ja, ja. De verdad me divierto mucho con ustedes niños, pero continúo con mi relato. En México costó mucho trabajo ganar aficionados, pues casi no se entendían las escasas reglas poco respetadas, además ¿cómo describir ese espectáculo? No se trataba de box aunque hubiera cuadrilátero, ni de una obra de teatro, pues cada lucha resultaba distinta a las demás. De 1910 a 1933 muchos promotores fracasaron en su intento por implantar la lucha, hacían una o dos funciones y se marchaban. A partir de 1933 comenzaron a mejorar considerablemente las entradas, las funciones se realizaron regularmente, pero únicamente con extranjeros. Poco después debutó la Maravilla Enmascarada, con la novedad, claro, de una máscara de cuero, ¡incluso la gente lo consideraba un ser de ultratumba! Luego se conocieron a mexicanos como: Yaqui Joe, Charro Aguayo, , Firpo Sgura, Diéntes Hernández, Black Guzmán, Murciélago Velázquez, Jack O`brien, Merced Gómez, Bobby Segura, Bobby Arreola, Bobby Bonales, el Patrón Bonales, en fin…
J: ¿Y de extranjeros?
S: Tienes razon, no di ejemplos. Pues vinieron Ciclón Mckey, Chino Achiú, Jerry Markus, Matsuda Matsura, Mike London, Peter Pancoff, Juan Gorila Poggi, Stephan Berne, el enano Sky Low Low y el primer rudo, Ray Tigre Ryan entre otros.
A: Oiga, pero hable de mujeres o lo acuso de miisógino.
S: De verdad, tienes razón Abril. Pues verás… en los años 40 vinieron a México estrellas como June Byers, Mildred Burke y varias más. Hay algo curioso: en una de esas giras una japonesa no pudo subir al cuadrilátero a una campal, por eso, en lugar de ella subió el réferi Eddie Palau, ¡parecía un bendito entre las mujeres!, pero… entre todas lo atacaron y lo aventaron fuera del cuadrilátero. En cuanto a mexicanas, tardaron en aparecer… Irma Gonzalez, Chabela Romero y la Dama Enmascarada, entre otras. Mención aparte merece Baby Charyl: medía 1.09 metros y pesaba 42 kilos, resultó todo un fracaso ¡porque no tenía rivales adecuadas!
P: ¡Hola Salvador!
S: ¡Hola vecinos! Bueno, adiós niños, luego les platico más.