La Biblia del Pancracio


«El dinero es la felicidad»: Alimaña

Este artículo, basado en los escritos de Michael Laitman, pertenece a la escritora de Filosofía y Cabala, Kenya Y. Olivera, y va dedicado a todos los luchadores con la intención de que encuentren un bálsamo a la terrible contingencia que estamos viviendo y fortalezca su felicidad lo más pronto posible.

«¿Quién puede levantar la mano y decir: ‘soy feliz?’», preguntó el filósofo Laitman a un grupo de gladiadores que se encontraba entrenando sobre un ring, y al ver que nadie se atrevía a contestar, agregó con cierto optimismo: «¿Quién sabe lo que debemos hacer para alcanzar la felicidad en estos difíciles instantes que nos azota la tragedia?»

Después de un breve silencio, Alimaña, desde la plataforma del ring, gritó eufórico: «¡Tener dinero!»

El sabio, con una estridente carcajada, respondió: «Sólo un fantasioso diría que si tuviera dinero sería feliz porque podría hacer todo lo que quisiera, como viajar, comprar medicinas, ser independiente y ¡tener control!»

Alimaña, al escuchar este sermón, cayó de rodillas y levantando sus manos y viendo al cielo, exclamó: «No puede ser, es imposible que el dinero no traiga felicidad!»

«Es verdad lo que digo», aclaró el filósofo, «porque una vez que tienes el dinero suficiente para llenar satisfacciones básicas, deja de ser una fuente de felicidad».

Y mientras, Alimaña, cabizbajo, bajaba del ring murmurando: «Yo, sin dinero no soy nadie», Dante Aguilar gritaba: «¡Tener más tiempo libre!»

Otra carcajada cimbró la arena al escuchar decir al filósofo: «¡Otra mentira! La Universidad de Leicester, en Inglaterra, confesó que los estadounidenses ocupan el sitio 23 en la medición de la felicidad, mientras los franceses, que tienen muchas más semanas de vacaciones, ocupan el 62. Entérense que ni un buen matrimonio, ni una buena salud, ni triunfar en la profesión nos garantiza la felicidad».

«Entonces, ¿dónde demonios se encuentra la felicidad? ¿Qué nos hace felices? ¡Aclárelo de una vez!», gritó Dante. Lietman, el filósofo, con voz dogmática, dijo: «Para descifrar el secreto de la felicidad, debemos descubrir quiénes somos realmente y cuál es nuestra naturaleza, lo que no es fácil. Sin embargo, trataré de ser explícito: todos somos, únicamente, un inmenso deseo de ser felices. Date cuenta de que todo lo que has hecho en la vida es gracias al deseo que tenías por ello. ¡Todo! Deseaste ser un gladiador…y hoy eres un gladiador. Tu deseo te hizo buscar, esforzarte y comprometerte por ser un gladiador; pero cada vez que obtienes lo que quieres, te acostumbras a ello y de pronto surge otro deseo en ti y todo comienza otra vez. Este ciclo determina tu estado de ánimo, cuando deseas algo te animas y diriges hace ello. Si lo obtienes, entonces sientes alegría y orgullo; si fracasas, tristeza y frustración. Oscar Wilde decía: ‘En el mundo sólo existen dos tragedias: una es no conseguir lo que queremos, y la otra, conseguirlo, que es, por mucho, la peor’ ¿Por qué? Porque lo peor no es fracasar en alcanzar nuestro sueño; sino en alcanzarlo y darnos cuenta de su verdadero valor, pues cuando esto sucede, llegan los sentimientos de tristeza y desolación.

«La humanidad entera es como un zombi, adquiere cosas, se acostumbra a ellas rápidamente y pierde así la alegría y placer de haberla obtenido. Y una y otra vez, sale en busca de otra fuente de felicidad; pero la felicidad completa, perfecta y constante no la obtendrás esforzándote como un perro que hace gracias por una galleta. Como humano se exige ir más lejos. Debes darle un giro al objetivo egoísta de ser únicamente feliz y dirigir la meta hacia fuera de ti. Debes tener la firme intención de compartir el placer y el gozo de lo que tienes con alguien más. Lo que logras con esto, es que tu felicidad deja de ser una meta para convertirse en un medio, a través del cual, otros también pueden ser felices».

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