Desinfectan Arena Naucalpan como medida contra la influenza

El cubrebocas me da comezón en la cara. Hace mucho calor y mis lentes se empañan a cada respiro, pero la consigna de la familia Moreno fue determinante:

nadie puede entrar sin cubrebocas a la arena Naucalpan. El licenciado Marco Antonio Moreno está fuera de la ciudad y su hermano, el contador César Moreno, dice que las medidas de prevención contra la influenza que dictó la Secretaría de Salud deben seguirse al pie de la letra; por eso tiene suficientes cubrebocas para que alrededor de 15 personas –que acuden al recinto en horario de oficina- puedan cambiarse diariamente.

La arena huele a solvente y pintura fresca. Acaban de pintar la tarima sobre la que está montado el cuadrilátero. Mientras la secretaria trabaja en su oficina, un hombre está soldando la valla protectora que separa las butacas del cuadrilátero. Con espátula, guantes y un líquido removedor, una mujer despega los chicles que hay en las gradas. «Hay que quitar todo lo que dé mal aspecto. Como medida preventiva, mandamos desinfectar toda la arena hace unos días.» dice César Moreno mientras supervisa a los hombres que pintan los baños y al que lava las paredes con un chorro de agua que sale a presión de una especie de compresora. Hay otra persona encargada de desinfectar todos los pasamanos.

«Desde el terremoto de 1985, la arena Naucalpan no había vuelto a cancelar una función. Todavía alcanzamos a realizar la del jueves 23 de abril, porque la orden de suspender todos los eventos masivos se tomó poco después. Nos enteramos por televisión y cuando vimos que la Arena México cerró sus puertas, no nos quedó de otra más que hacer lo mismo.

«Salimos perdiendo en el evento que teníamos preparado para el domingo 26, porque nos quedamos con todos los programas impresos, el boletaje, carteles y tampoco sirvieron de nada las paredes que mandamos pintar. No es nuestro caso, pero si el Grupo Internacional Revolución viviera al día y no tuviera fondos, habríamos sufrido una crisis terrible.

«Lo más importante es que no tenemos casos de luchadores contagiados de influenza o peor aún, que fallezcan por esta epidemia. Trabajamos en horario de oficina porque no podemos atrasarnos en pagos de impuestos, agua, nómina, luz, etcétera. Las clases de lucha están suspendidas. Los maestros -El Bombero, Black Terry y Judas El Traidor- esperan luz verde para volver a entrenar. Estamos haciendo todo lo posible para proteger al personal y librar esta situación de la mejor manera posible porque desafortunadamente, en México, no hay una buena cultura para entender y enfrentar una epidemia.»

Respecto a por qué el Grupo Internacional Revolución ya no siguió transmitiendo funciones con TV Azteca, César Moreno señala: «La condición de TV Azteca era trabajar al estilo de Triple A, haciendo funciones en toda la República, para que así ellos pudieran levantar sus repetidoras en todo el país. Debido a la crisis económica, eso no se pudo hacer, porque llevar las funciones por todo el país implicaría manejar otra infraestructura y, en consecuencia, los gastos aumentarían. De todas formas, seguimos en pláticas con la televisora. No descartamos la posibilidad de llegar a un acuerdo, y éste sería realizar ciertas funciones en el interior del país, pero no todas.»

No me despido de mano. En la arena Naucalpan sólo el ruido del taladro y la compresora resquebrajan el silencio. Tomo algunas fotografías desde las gradas más altas y me doy cuenta de que hasta la música que ameniza las funciones de los jueves brilla por su ausencia. Tal vez por eso no puedo quitarme de la cabeza una canción que estoy acostumbrada a escuchar siempre que vengo a cubrir alguna función: «Leyda, te quiero mucho, y por ti sufro y siempre vivo pensando en ti, pensando en ti…»

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