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El archivo de BOX Y LUCHA resguarda un tesoro gráfico. Hurgando un poco, hemos encontrado imágenes espectaculares, chuscas y hasta dramáticas. Cada semana, pondremos una ante los ojos de alguna figura de la lucha libre, para que nos cuente qué recuerda de ese instante que captó nuestra lente. Iniciamos con el réferi El Fresero, quien, al cumplir 50 años en el pancracio, decidió decir adiós:
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"¡Caray, ver esta foto me hace sentir tantas cosas! En ella, André El Gigante está sobre el ring, y me está pisando una mano. Villano III tiene el micrófono y algo les dice a los aficionados. La fecha es 22 de mayo de 1992. Fue la penúltima vez que André estuvo en México; ahí todavía se veía bien, pues tiempo después volvió, y ya lo vimos muy cansado y demasiado pasado de peso. Pero en la foto que estamos viendo, fue la penúltima vez que nos visitó.
"Era un gran ser humano. Nosotros no entendíamos su idioma, pero él comprendía a la perfección el español. Vivimos muchas cosas juntos, pero de lo que más me acuerdo es de los grandes llenos que provocaba. Las arenas estaban hasta el tope, y se quedaba muchísima gente afuera. Lo llevé varias veces a Celaya, pues yo era el promotor. Se le transportaba en una camioneta tipo Suburban acondicionada nomás para él, si acaso no acompañaban su asistente y el chofer.
"El pisotón que estamos viendo me hizo llorar, la verdad, no recuerdo con precisión a qué se debió, pero creo que fue una travesura de André, que vio mi mano y me la aplastó. Lo que sí no se me olvida es que aquel instante se me hizo eterno, y que desde donde yo estaba, André se veía más grande de lo que era".