VAYA problema el que nos ha tocado, escribir sobre la muerte de los luchadores, pero no de los que han marchado al más allá en forma natural, por enfermedad o por accidente. No, vamos a hablar de los que han perdido la vida en forma trágica, de los que han sido ASESINADOS.
NO SON UNOS SANTOS
En muchas ocasiones nos han llamado la atención por la forma en que defendemos al luchador y hemos respondido que no son unos santos. Antes que nada, son humanos y como humanos deben, si deben, cometer errores. Hoy que lamentamos la muerte de todos ellos, creemos se deben aclarar muchas cosas.
En cualquier parte el luchador siempre es molestado. No falta nunca el tipo valiente que dice, asegura y fanfarronea que el luchador no es más que un «maromero», un «payaso» y un «muñequero». Ellos, los luchadores, deben aguantar, ya que se encuentran como en el caso del cohetero, si queman malo, si les queman igual.
LA PACIENCIA SE AGOTA
Hemos sido testigos infinidad de veces de la paciencia de los muchachos, cuando se les insulta. No solamente en las cantinas o cabarets surgen las broncas. En todas partes hay tipos que se sienten muy «machos» y saltan para ofender al luchador. Se han visto pleitos en restaurantes, en la calle y hasta en salas de espectáculos.
La paciencia se agota ya que muchas veces no sólo se trata de insultos comunes y corrientes, sino que llegan hasta el recordatorio familiar y el reto a puñetazos. Cuando esto sucede no saben responder como hombres. ¡Lo hacen como bestias!
LA LISTA
Kolo Arano, El Gladiador, Espanto I, Misterio II, Tabú, David Curiel. Esta lista es de los últimos casos, una lista que la parca lleva anotada en lugar especial porque han sido asesinados.
Kolo Arano lo fue en El Salvador; se dice que por un fanático. Gori Casanova estuvo a punto de correr la misma suerte. Han pasado tres años y no se ha sabido que hayan detenido al matón.
El Gladiador, el entrañable amigo, fue muerto por un salvaje militar en Guadalajara. Mucho se dijo que la causa fue una mujer coqueta. Nada más falso. Ruddy García, que hoy lucha como Dick Ángelo, fue testigo de la forma artera en que fue asesinado sin que mediara motivo alguno.
Un tema que hay que profundizar ya que son varios los que han muerto a balazos. Una lista que hace a uno pensar; ¿Quién será el próximo?
Espanto I, José Vázquez Cisneros, otro gran amigo y luchador, fue muerto en Monterrey también a balazos.
Siguió El Misterio II, Guadalupe Bocanegra. Aún parece sueño o pesadilla el saber que haya muerto el alegre y sencillo «Silverio». Cayó asesinado al lado del Espanto I. El matón arguyo miedo ante la presencia de los luchadores y se «escudó» en una pistola.
Tabú que no tenía ni un año como luchador, fue a reclamar los golpes que un cafre le había dado a su señor padre, le retó a golpes, se liaron y al ver que no podía con los puños, el troglodita le dejó ir toda la carga de una pistola que ocultaba entre sus ropas.
David Curiel, cuando todo le sonreía, cuando estaba logrando cimentar su magnífico cartel la vida le fue truncada por ‘quítame estas pajas». Un ex patrullero, que es toda una ficha del hampa le mató de cinco arteros balazos en la ya no tan tranquila Guadalajara.
Y hemos dejado, premeditadamente, el caso de Tomás Riande al último, por la sencilla razón de que su muerte, violenta por serlo así, no fue alevosa, la bala que le mató no era dirigida a él sino al Gladiador, un movimiento de Luis y se salvó para que el muerto fuera Tomás.
¿Y LOS ASESINOS?
Tan sólo en el caso de Tomás Riande el asesino fue capturado, pero en los otros como si nada. ¿En dónde están esos malditos asesinos? ¿Esas bestias que no pudieron responder como hombres y lo arreglaron como los salvajes más despreciables? ¿Cuál justicia hay en México? ¿Qué no merecían vivir esos seres que han dejado en la más espantosa de las miserias y abandono a sus familiares?
Se dice que los luchadores no deben de asistir a esos sitios, que no deben de ir a fiestas, ni a ver una variedad, ni comer o cenar fuera de su hogar. ¿Son ellos culpables por ser luchadores? A muchos de los asesinos les han cargado el cartelito de «es que como eran rudos, tal vez en la calle sean igual», ¿Y Curiel? Era técnico, noble, pacífico, no era de los que buscaban una riña y menos por una mujer como se han desbordado esos periódicos de la nota roja. ¿Quién es el culpable?
¿ES PECADO SER LUCHADOR?
Tal parece que el luchador debe de vivir cual reo, no teniendo derecho a nada de lo que la gente común y con lente hace, le quieren ver encerrado en un claustro, como las fieras que terminando una función de circo son encerradas en sus jaulas. Y repito, son humanos, no son unos santos, son gente como usted, como yo, como todos los seres que pueblan este asqueroso mundo, esta selva en la que aún hay salvajes, estúpidos matones, «machos» que tan sólo lo son cuando cargan una pistola o un cuchillo en la cintura, que matan tan sólo por matar, que no se tientan el corazón para dejar en la orfandad a inocentes que no tienen culpa de nada, a mujeres que deben de hacer frente a una situación terrible al perder a sus seres queridos y que con ello demuestran no importarles en lo absoluto su propia familia.
¿Por qué Dios mío, por qué?…
Este artículo se publicó en la edición de BOX Y LUCHA #865 el 16 de mayo de 1969.