Conocí a Elena Santamaría hace diez años aproximadamente, era una luchadora gordita, pero se veía que tenía una calidad más allá de la medianía, estaba recién divorciada y la inactividad había hecho mella en ella, sin embargo, a base de constancia y empeño retomó la enorme calidad de la que hoy hace gala. En ese tiempo había gente de capacidad comprobada como Esther Moreno, La Sirenita, Lola González, Lady Apache, Cinthia Moreno y Martha Villalobos.
Sus múltiples viajes a Japón, 22 para ser exactos, le dieron la lona necesaria para crecer a pasos agigantados y fue así como siguió cuesta arriba. Desde que la vi luchar por primera vez sabía que había en ella algo que la llevaría al estrellato, creo que yo tenía más fe en ella, que ella misma. Cuando platicábamos le sugería que entrará a una empresa de las importantes que se fuera a Triple “A” que podía yo hablar con Antonio Peña para que le diera una oportunidad. Pero Elena se negaba rotundamente; el argumento era que ganaba más en forma independiente, de la arena México ni hablamos porque en ese tiempo las mujeres luchadoras habían desaparecido.
Por fin llegó la oportunidad, cuando, en forma sorpresiva la arena México rompió con su veto a la lucha de mujeres y las llamó para que entrenaran en sus instalaciones. En forma inmediata Elena demostró sus reales alcances y cuando se incorporaron a las funciones cotidianas, en poco tiempo, se coronó campeona mundial femenil del CMLL. Un día la encontré en la arena Neza, estaba sentada entre el publico y ahí me comentó que no estaba preparada para tener tanta fama; platicamos largo y tendido y le di mis puntos de vista, le hablé de la humildad, que la fama es algo que todos los luchadores desean y que tenía que estar preparada, además que debía apartarse de las personas que la estaban dañando.
Lo cierto es que llegó a tener problemas y eso trajo consigo que perdiera, ante Amapola, el campeonato mundial femenil y que poco tiempo después casi desapareciera de las programaciones del CMLL. Ese fue el rejón que ella necesitaba ya que en la eliminatoria para sacar a la sucesora del campeonato que dejara vacante Lady Apache, Elena fue la ganadora a partir de ese momento se consolido como la mejor luchadora nacional y solo le hace mella otra gran gladiadora como lo es Cinthia Moreno.
Se puso en manos de un nutriólogo, hijo del Many Guzmán, que le ha dado como resultado el cuerpazo que hoy tiene; por lo pronto ha retomado su nivel luchistico y no dudo que en la actualidad Elena Santamaría, conocida en la lucha libre como MARCELA, sea la mejor gladiadora que hay en México. SALVE REINA.