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En el estadio de béisbol Ciro Soto de Celaya, Gto., el pasado 17 de febrero, todo marchaba bien en la lucha que sostenían Apache, Gato Eveready y El Ángel contra Tigre Cota, Río Bravo y Tito Santana. De hecho, la tercia técnica dominaba las acciones.
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El Ángel realizó varios movimientos espectaculares, hasta que, después de un 619, se quedó tambaleante sobre la ceja del ring. Ya tendido en el piso, eran evidentes sus dificultades para respirar; el médico de Triple A, dr. Francisco Daza, lo asistió, y el gladiador se reincorporó para seguir en el combate. Al intentar unas patadas desde la tercera cuerda, no aguantó más, y cayó desmayado sobre la lona. Fue retirado a los vestidores, para luego ser conducido, en ambulancia, al hospital. El Ángel nos cuenta cómo vivió tan dramáticos momentos:
«Tuve una serie de arritmias cardiacas muy fuertes. Ocasionalmente tengo el problema, pero sé cómo controlarlo, pero esta vez fue demasiado fuerte. Corrí el peligro de sufrir un infarto o hasta una embolia por la falta de oxígeno. Esta vez sí la vi muy cerca. Corrí con la fortuna de que se me asistiera rápido y me pusieran oxígeno, si no, quizá no estaría platicando esto».
Desde la primera vez que se desvaneció, era evidente que El Ángel no debía seguir en la lucha, pero él se aferró a hacerlo, lo que pudo costarle muy caro. Al respecto señala:
«Apenas me sentí un poco mejor, y decidí regresar al ring para acabar la lucha. Yo no quería echar a perder el trabajo de mis compañeros ni fallarle a la afición, pero las piernas ya no me respondieron. Sólo veía sombras. Ahí perdí el conocimiento, y lo recuperé hasta el hospital, donde sólo estuve una hora aproximadamente. Agradezco el gran apoyo de mis compañeros, pues nunca dejaron de darme ánimos. Especialmente gracias a Billy Boy, que no se despegó ni un instante de mí».
En catorce años como luchador profesional, esto es lo más angustiante que El Ángel ha vivido: «Repito, vi muy cerca la muerte. He tenido lesiones en cuello, codos, rodillas, pero nunca nada como esto. Ahorita tendré unos días de reposo, para volver a luchar a la brevedad. Me realizaré estudios para seguir el tratamiento adecuado. Gracias a mis compañeros, que me socorrieron cuando lo necesitaba. Mis hijas, mi bebé Anakin Michel, y mi esposa Anissa me dieron fuerza para superar este trago amargo».