Qué onda mis cuates cibernautas. Es un placer dirigirme a ustedes ya que este es un sitio donde los aficionados conocen mucho del deporte de los costalazos y que siempre están pendientes de todo lo que pasa en este mundo fascinante. Hoy quiero platicarles de los avatares que tienen que sufrir muchos gladiadores cuando se presentan en las arenas; me viene a la mente ese fenómeno que fue en su momento el Vampiro Casanova, porque así era, Casanova y después él cayó en la jalada de ponerse Canadiense.
La gente lo identificaba por el primer alias, sobre todo las damas que lo seguían por todas las arenas con las tangas (pantaletas, pues) en la mano para que el Chupasangre hiciera lo que quisiera con ellas. Tenía viejas a montones había ocasiones que era tal el acoso que le hacían falta manos y algo más, para complacer a tanta dama que lo perseguía, decir que algún luchador, en la actualidad, tiene el mismo arrastre con la gente que el importado es un craso error porque considero que nadie tiene ni la mitad de seguidores de los que gozaba el susodicho canadiense.
Pero eso de la fama tiene su chiste, había que estar ahí en los lugares donde se realizaban funciones de lucha, ver a una multitud ávida de un autógrafo, pero entre ese grupo no faltaban los que iban al desmadre y le picaban las nalgas, le agarraban el pene, le jalaban las trenzas o le quemaban la chamarra que llevaba rumbo al ring. Obviamente que con el paso de los días el gladiador está hasta la madre de tanta cosa que le hacen y se vuelve mamón, hosco y entonces la gente que recibe un desaire se siente ofendida.
En una ocasión, al salir de la arena Coliseo de la Lagunilla, acompañaba al Vampiro, la función hacía una hora que había terminado y más de un centenar de entusiastas aficionados aun lo esperaban fuera de la arena. Al llegar al pórtico se le acercó una aficionada y le regalo un bonito reloj de pared, me lo paso a mí, al tiempo que le decía que iba a parar un taxi para ir rumbo al hotel. Salí de la arena y paré el taxi la idea era que se saliera rápido de la arena y entrara al vehiculo, sin embargo vio el entusiasmo de la gente y se paró a dar autógrafos.
Media hora después seguimos ahí, parados porque la gente pedía un autógrafo para ellos, otro para el primo, para la tía, para la hermana, para el sobrino y se volvió un desmadre interminable, empezaron a subirse al cofre del taxi y al final tuvimos que salir huyendo, esto ante el descontento de la gente que quería que el Vampiro de quedara, no se por cuanto tiempo más, y al no ser así nos empezó a mentar la madre. El carro arranco a todo lo que da y vimos que otro vehiculo nos seguía, el Vampiro me preguntó quien era, lo ignore diplomáticamente, a los pocos metros nos agarró un semáforo en rojo y tuvimos que pararnos, bajo del auto que nos seguía una dama que estaba muy buena y le empezó a gritar al Chupasangre que quería que se la cogiera y que la llevará donde él quisiera, con un ademán de desden, el canadiense, le mentó la madre y le dijo al taxista que acelerará. Al llegar al hotel donde el Vampiro se hospedaba hubo que pagarle al taxista los destrozos en la carrocería de su unidad, hasta el reloj que una aficionada la había regalado minutos antes, tuvo como destino las manos del taxista.
Ahora viene el dilema ¿que fue primero la gallina o el huevo? ¿Quién debe ser paciente con quien? o ¿cada uno debe poner de su parte para vivir en armonía? ¿Hasta que límite debe el luchador estar comprometido con su público? ¿Hasta donde la gente le debe respeto a la persona que admira? Cuando el Vampiro Casanova se arto de tanto acoso y agresión inició del fin de su carrera que ahora pocos aficionados recuerdan. Saludos y hasta la próxima.