Máscara Sagrada y Yo tuvimos que aceptar la «invitación».
Hola amigos lectores, sean bienvenidos a este su espacio. En esta ocasión platicaré de un incidente que tuve en Oaxaca, fue algo peligroso porque siempre que va uno a los pueblos no se sabe como va a reaccionar la gente. Luchábamos Máscara Sagrada y yo, era Semana Santa y estaban saturados los vuelos de avión, por lo que buscamos irnos en autobús, encontramos una partida especial que salía a las doce de la noche y llegaba al otro día a las diez de la mañana.
Cuando llegamos al estado Oaxaqueño nos trataron muy bien, nos invitaron a desayunar y nos hospedaron en un buen hotel. Después subí al gimnasio a hacer un ejercicio y luego fui a tomar el sol a la azotea, en la tarde fueron por nosotros para ir a comer y en la noche pasaron a recogernos para llevarnos a la arena; La entrada era bastante aceptable y la promotora, quien se portó muy amable, nos informó que iba a buscar al taquillero para pagarnos los pasajes y nuestra garantía. Regresó y dijo que no lo encontraba y al final nunca encontró al taquillero.
La función empezó, cuando estábamos a punto de subir buscamos a la promotora y le dijimos que sino nos pagaban no subiríamos al ring.
–Pero como le hago yo.- preguntó.
–No sabemos, pero nosotros no subimos sino nos pagan
La lucha semifinal había terminado y la gente empezaba a chiflar. La promotora salió en busca del dinero y a los pocos minutos entraron unas personas con pistolas a preguntarnos porque no queríamos subir. Les dijimos que en cuanto nos pagaran los haríamos, recibiendo por respuesta:
–Nosotros ya pagamos así que tienen que subir y sino lo hacen va a atener problemas porque, les repetimos, ya pagamos nuestras entradas así que adelante. Es por ustedes que la gente viene a las luchas y que no quieran subir, no se vale y no intenten irse por otro lado porque van a tener problemas.
Subimos al ring con mucho temor por no saber que nos podía pasar, para colmo se rompió una cuerda del ring y el problema se agudizó ya que no se podía luchar. Al bajar del ring nunca encontramos a la promotora y los empistolados ahí seguían, nos esperaron y nos llevaron hasta el hotel.
– ¿van a cenar o que van a hacer?.- preguntaron.
-No, ya nos vamos. – respondimos rápidamente.
–Pues se tienen que esperar porque ya mandamos a preparar una buena cena y no pueden despreciarnos.
Así que tuvimos que aceptar la «invitación»; al final nos llevaron hasta la terminal de autobuses.
Ya en el camión seguíamos preguntando quienes eran esas personas que al final nos trataron muy bien, pero que el principio nos amenazaron a punto de pistola, solo sabíamos que era gente poderosa. Conforme nos íbamos alejando de Juchitan me prometí que jamos regresaría a ese lugar.
Espero sus comentarios a ardimen3@yahoo.com
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