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Estamos de fiesta. Y con un gusto muy genuino. BOX Y LUCHA, llega venturosamente ¡al número 3000! Se dice y se lee fácil y rápido, pero en realidad han pasado casi 60 años, desde que Santo, El Enmascarado de Plata apadrinó el número inicial de nuestra publicación. Nadie imaginaba que íbamos a llegar tan lejos y que íbamos a dar kilómetros de información especialmente de nuestro deporte favorito, la lucha libre.
Una dimensión alternativa
Como suele suceder en la historia, BOX Y LUCHA surgió como una casualidad del destino. Va de cuento: Francisco Blanco Cuesta, un empresario colombiano llegó a invertir en nuestro país y se instaló como editor de revistas de historietas de Estados Unidos traducidas al idioma español.
Seguramente muchos de los que en ese tiempo éramos niños llegamos a leer con agrado episodios del Gato Félix, El Fantasma (mismo personaje de donde tomó su personalidad el actual personaje luchístico y su junior), el mago Mandrake, Tarzán, el Príncipe Valiente y Lorenzo y Pepita entre muchos otros.
Le resultó de mucho éxito esta actividad al señor Blanco (por cierto un tipazo, muy buena gente y siempre muy elegante); y entonces decidió incursionar en el ámbito de las revistas deportivas.
Habiendo mucho auge entonces por el boxeo y el béisbol, sacó las revistas CLINCH y HIT; y más adelante BALÓN de fútbol. Para él fue otra dimensión alternativa de éxito editorial.
Un Clinch luchístico
Para entonces la lucha libre también comenzó a hacerse sumamente popular, y viendo el colombiano Blanco en una función mixta en la vieja arena México lucha libre y boxeo, se dio cuenta de que en realidad la mayoría del público asistía por la espectacularidad de la lucha; fue cuando decidió que su revista Clinch, también sería mixta con la información de ambos deportes.
Aquí tenemos que mencionar que Clinch fue un semanario pionero en esa actividad y combinación de géneros sobre el ring.
Así tuvo un Clinch muy luchístico y también de éxito comercial, con todo y que al Catch apenas le dedicaba una cuarta parte del contenido.
Mejor BOX Y LUCHA
Los lectores de la época le pedían a Blanco Cuesta que incluyera mayor número de páginas dedicadas a la lucha libre, lo cual le parecía riesgoso, debido al enorme prestigio del box de la época lleno de ídolos.
Y decidió mejor volver a poner en práctica su dimensión alternativa lanzando una revista especial y con el balance perfecto: mitad y mitad… ¡BOX Y LUCHA!
Como se ha mencionado repetidamente, nuestro padrino de oro fue Santo, El Enmascarado de Plata, que tuvo tan buena mano e intención que seguimos en el camino.
La alternativa española
Posteriormente hizo acto de presencia en la escena editorial don Pedro Gil Oliveros, llegado de España y con diversas actividades en México, hasta que se colocó permanentemente en la distribuidora de papel, periódicos y revistas Sayrols, compañía que precisamente distribuía las publicaciones de Francisco Blanco en México y el extranjero. Ahí fue donde se conocieron Pedro Gil y Francisco Blanco.
Con el tiempo y debido a la amistad que llevaban nuestros dos personajes llegados más allá de nuestras fronteras, decidieron formar una sociedad Gil y Blanco. Funcionaron muy bien un tiempo, pero el empresario colombiano decidió retirarse un tiempo, porque quería regresar a Colombia, por lo que vendió su parte de la sociedad a don Pedro Gil, que así de distribuidor se convirtió en editor de diversas publicaciones, creando una compañía editorial.
Huelga y llegada de Camacho
Con el paso de los años, el señor Gil sufrió una severa huelga de sus trabajadores de los talleres. El conflicto duró meses y meses, el patrón acabó perdiendo la demanda, por lo que sus talleres fueron subastados, pasando a manos de los empleados.
Gil Oliveros de toda su escala de publicaciones se quedó únicamente con BOX Y LUCHA y BALÓN (de fútbol). De todos modos pudieron continuar bien los éxitos editoriales, con tirajes importantes cuando ocurrió la muerte de Santo, El Enmascarado de Plata; inclusive también con la funesta desaparición del Solitario, El Enmascarado de Oro; y también con dobles tirajes cuando el cincuentenario de la lucha libre en México, en 1983; y también nuestra primera edición doble. Inolvidables situaciones que ahí quedan para la historia.
Finalmente les contaremos que en 1990 llegó a dirigir la editorial el ingeniero, Francisco Camacho Ruiz, que fue apoyado por el señor Gil, desde su época de estudiante. Le han tocado épocas de verdadera crisis, pero con mucha dedicación ha sabido sacar a flote nuestra querida publicación. A estas alturas no viven más Francisco Blanco Cuesta y Pedro Gil Oliveros, pero quisimos rendirles un homenaje, justo ahora al llegar al número 3000. Donde quiera que se encuentren: el señor Blanco, señor Gil… ¡Muchas Felicidades!
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