Los Gemelos Diablo eran muy bromistas.
S ean bienvenidos a esta columna queridos amigos. En esta ocasión hablaremos de unos tremendos luchadores que causaban pavor entre los técnicos, los Gemelos Diablo. Siempre fueron temidos por todos sus rivales ya que tenían un gran acoplamiento y llegaron a ser campeones de parejas de occidente. Eran nativos de Guadalajara y llegaron a la capital del país recomendados por sus propios compañeros, como sucedía en esa época que uno veía a un luchador en provincia y si tenía cualidades para destacar en este deporte uno lo recomendaba para que viniera a trabajar a México.
Así como eran de buenos luchadores, eran tremendos para hacer bromas. En una ocasión estaban haciendo temporada en Monterrey, junto al Audaz y otros luchadores; había un lugar que todos los luchadores le llamábamos La Jefa, era una casa donde se hospedaban los luchadores que veníamos de fuera y la dueña tenía varios cuartos donde pasábamos la noche. «La jefa» era la encargada de darnos de comer y tenía una hija a la que todos le decíamos «Licha» o la «Ojo Bola», porque tenía un ojo fuera de lugar. Todos los que se hospedaban en ese lugar trataban de congratularse con ellas para que nos tratara bien, aunque era una buena persona.
Por su parte Doménico Bazán, El Audaz era una persona muy noble, siempre dedicada al gimnasio y a componer letras de canciones, incluso llegó a formar su grupo musical El Audaz. En esa gira se le ocurrió ir a cenar cabrito, se acordó de La Jefa y le compró un cuarto del platillo para que lo probara. Cuando llegó a la casa ella ya estaba acostada en su habitación y le dijo que le guardara el cabrito en el refrigerador.
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– Sí, Jefa -contestó el Audaz- le va a gustar porque está muy rico.
Al otro día se levantó la Jefa y pensó en comerse el cabrito que le había llevado El Audaz la noche anterior y cuando fue al refrigerador a sacar el cabrito cual sería su sorpresa que del cabrito ¡sólo quedaban huesos!.
Este desgraciado me la va a pagar, fueron las palabras de La Jefa el ver con decepción los huesos, fue al cuarto del Audaz, lo levantó de la cama y le dijo:
-Levántate, levántate perro desgraciado.
-¿Que pasó Jefita, porqué me ofende?-respondió El Audaz ante las ofensas.
-Ahora sí ya se quien eres desgraciado, maldito. Porque me vacilas así y en lugar de cabrito me traes puros huesos.
Doménico la miró sorprendido y sólo movía la cabeza.
Pero la dueña de la casa no contaba con que Los Gemelos Diablo llegaron después que El Audaz, fueron al refrigerador a ver que había, vieron el cabrito, pensaron que la Jefa se los había llevado, se lo comieron y sólo dejaron los huesos. La Jefa sintió esto como una ofensa, como una broma de mal gusto del Audaz. Se armó un tremando relajo y el Audaz intuyó que habían sido Los Gemelos Diablo los culpables y se lo dijo a La Jefa quien ni tarda ni perezosa fue a levantarlos gritándoles:
-Ahora sí desgraciados que bien me la hicieron, muertos de hambre. Se comieron el cabrito que me trajo mi hijo Doménico.
Ellos negaron el hecho, pero lo hacían con una risa burlona que nadie les creyó.
Con lo que no contaban era que la Jefa llevaba tremendo palo y los empezó a corretear por toda la casa hasta que los sacó a la calle en paños menores.
Imagínense el espectáculo, todo la gente pensaba que eran unos locos porque estaban en la calle en pura trusa, estaban rogándole a La Jefa para que los dejara entrar cuando pasó una patrulla y se los lleva detenidos. Licha le comentó a su mamá:
-Ya se los llevaron detenidos.
– Déjalos que se pudran en la cárcel- fue la respuesta de La Jefa.
Sin embargo fue por ellos a sacarlos de la cárcel; esas eran las bromas que se gastaban los Gemelos Diablo. Espero sus comentarios a ardimen3@yahoo.com.mx
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