Recuerdos del Villano III

2930-luchador-profesional

Hola, queridos amigos lectores. En esta ocasión les contaré un incidente que ocurrió en un pueblo de Oaxaca, en los límites con Puebla. De entrada, nos dijeron quienes organizaron el evento que nos llevaban a una función adelante de Tehuacán. Así fue como partimos con la confianza de que regresaríamos pronto. Primero, luchamos en Tehuacán, la entrada fue buena y la función transcurrió con normalidad. Íbamos Villano IV, Súper Muñeco, Los Payasos, Máscara Sagrada, Mascarita Sagrada, Octagoncito y Fuerza Guerrera, entre otros luchadores.

Dormimos en Tehuacán y al otro día, a las 8 de la mañana, nos llevaron a desayunar e iniciamos la travesía hacia nuestra siguiente presentación. Tras cuatro horas de recorrido, preguntamos cuánto faltaba. «Ya vamos a llegar», nos decían. Cinco horas y nada; seis y nada, siete horas y no llegábamos. Al fin llegamos a una vereda de terracería, nos cambiaron de transporte porque el camión en el que íbamos no pasaba por el camino tan angosto; nos subieron a unas camionetas de la policía municipal. No tenía ni la más remota idea dónde estábamos. Tras otros cuarenta minutos de trayecto, llegamos a nuestro destino, la gente nos identificó plenamente y nos saludaron.

Eran como las 4 de la tarde, aproximadamente; nos llevaron a comer. Nos dijeron que no había llegado el ring y que la función iniciaría a las seis para que terminara temprano y poder regresar tranquilamente a México. Nos llevaron a donde nos pondríamos nuestros equipos. Eran las siete de la noche y el ring no llegaba, porque quien lo transportaba se había equivocado: estaba en otro pueblo, con el mismo nombre, pero cerca de Tlaxcala. Los aficionados se impacientaron; el alcalde de un pueblo vecino, que traía unas copas encima, empezó a incitar a la gente.

Salimos a hablar con los aficionados. Sugerí que podíamos luchar en el piso, porque la gente no tenía la culpa, aunque nosotros tampoco. El auditorio estaba lleno, empecé a hablar: «Aquí no falta ningún luchador, y esta situación no es nuestra culpa porque el promotor alquiló el ring por su cuenta, la gente viene a vernos, y aunque sea en el piso, trabajaremos. Pusieron una lona y las luchas iniciaron. La gente estaba emocionada, así que la lucha estrella, en la que participé, tenía que ser algo muy bueno. No había cuerdas ni postes, aún así nos dimos con todo; terminé sangrado y eso fue porque todos queríamos quedar bien con esa gente que fue a vernos.

Al final, la gente nos aplaudió a rabiar. Nos dio mucho gusto ese detalle, porque nosotros teníamos un compromiso y cumplimos. Pero hubo otro problema más, ya que la persona encargada de llevar a los luchadores no nos quería pagar, pues argumentaban que no habíamos luchado en un ring. Tres horas después nos dieron el dinero y a la salida había mucha gente y nos quedamos repartir autógrafos una hora más. Esta es una aventura más de las muchas que nos suceden cotidianamente. Espero sus comentarios a ardimen3@yahoo.com o bien a www.villanotercero.net

Artículos relacionados:
{module 163}

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra