Murciélago vs. Kahoz (2)

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Kahoz enfrentaría al Murciélago
con ayuda de sus palomas asesinas.

Después de las predicciones y comentario de los cronistas, la Arena México, insuficiente para el número de aficionados, ha colocado dos enormes pantallas gigantes en la calle para que todo mundo vea esta singular pelea. Por supuesto que las cadenas de televisión y de radio se han enlazado para que nadie se quede sin ver el espectáculo. Desde su cabina de locutores, el inolvidable Paco Malgesto es el encargado de dirigir esta transmisión:

"Esta es la noche de la brutal batalla que sostendrán sobre este blanco ring los dos más fabulosos y misteriosos atletas de todos los tiempos: Murciélago contra Kahoz. El llenazo es fantástico, se han quedado más de cinco mil personas fuera de la arena. No cabe ni un alfiler, como diría un poeta: ‘La gente se derrama por las gradas y se amotina en ring’, diría un comentarista; pero la realidad es esa precisamente, todo el mundo vino a ver el combate. En estos momentos las luces se van apagando y la visibilidad se hace difícil, pero por un potente rayo de luz ilumina al Murciélago que viene con su capa negra cubriendo su cuerpo y con su capucha, del mismo color, camina con paso lento, majestuoso y retador, conforme avanza hacia el ring la gente lo observa y se estremece cuando levanta su capa y deja escapar una nube de murciélagos que vuelan como negras aves surcando el aire y buscando donde refugiarse. Por el lado opuesto un rayo de luz descubre la inconfundible figura de Kahoz, que con su hermosa capa crema y su extraña máscara que semeja una calavera desfigurada, camina, también con paso majestuoso, hacia el ring, llevando en su mano un cráneo que, según él, perteneció a un tío que lo trataba muy mal y hasta lo golpeaba, por lo que juró que cuando dejara de existir a los siete años iría a sacarlo de su sepulcro para que lo acompañara en sus combates. Hay un respetuoso silencio y ruidos mutuales de espanto y emoción. Los dos participantes suben al ring en el preciso momento que las lámparas se prenden. El réferi, Gonzalo Avendaño, sube al cuadrilátero y se coloca en el centro, mientras el anunciador Pícoro trepa con un micrófono y de inmediato taladra el silencio:

"¡Lucharán a dos caídas de tres sin límite! ¡En esta esquina, el temible atleta Murciélago!". Los aficionados lo reciben con una rechifla que se escapa de la arena y llega hasta las calles de Madero para refugiarse en una de sus librerías.

"¡Y en la esquina opuesta, el misterioso Kahoz!" Los aficionados lo saludan con otra rechifla que se escapa de la arena y llega hasta la Villa.

Tan pronto como el anunciador termina su labor abandona el cuadrilátero y el réferi, que está en el centro, llama a los contrincantes a que se acerquen para recibir las instrucciones. Pero ninguna hace caso al llamado y desde su esquina se quedan mirando el uno al otro, y como si alguien gritara ¡fuego!, los dos abren sus capas y dejan escapar un cargamento de murciélagos, por parte del encapuchado de negro, y de negras palomas, de parte de Kahoz, que inician en el espacio una guerra, pues las palomas tratan de matar a los murciélagos que huyen despavoridos. (continuará)

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