Los campeonatos nacionales

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En estos momentos en que la lucha libre ha tomado un giro excepcional, la Comisión, al mando del Fantasma, debería hacer un estudio concienzudo para realizar una reforma total a todas las divisiones (desde la mosca hasta la  supercompleta) para exigir las eliminatorias pertinentes y en esa forma obtener a los campeones.

Sé, de entrada, que esto sería un logro indiscutible que beneficiaría a todas las empresas, puesto que  -sin favoritismos- todas tendrían derecho a conseguir un cetro.

En artículos pasados he señalado la importancia que tienen actualmente los campeonatos nacionales, ya que ellos representan al gladiador que es reconocido en todos los estados de la República, sin importar empresas ni asociaciones. Es más, los campeones mundiales también los envidiarían, ya que ellos son los reyes de todas las asociaciones, pero también señalé que  están olvidados…

Yo propondría que cada una de las empresas con las que actualmente contamos, hiciera una eliminatoria con sus elementos para designar al que resultara vencedor en las diferentes divisiones. En esa forma, al poco rato tendríamos varios campeones de cada empresa, mismos que en una arena neutral se enfrentarían para sacar al campeón nacional, es decir, al rey que hasta los campeones mundiales reconocerían como el más grande.

En las previas eliminatorias tendrían derecho a inscribirse todos aquellos que pensaran ser los mejores, incluyendo a los mundiales. Y después de que se eligieran a los vencedores de las diferentes divisiones, se haría un sorteo para designar el sitio en que se disputaría la lucha final.

Y cuando cada división tuviera su campeón, éste tendría la obligación de exponer su corona con el retador que hubiera designado la Comisión de Lucha Libre, que lo escogería cada tres meses entre los acreedores a dicha designación.

Vamos a suponer que el Dr. Wagner, que es atleta independiente, se decidiera a retar al Campeón Nacional de Peso Completo, entonces, la Comisión examinaría sus méritos y le concedería esa oportunidad siempre y cuando venciera a otro retador que ella misma designaría. Y si Dr. Wagner le ganara y también le arrebatara el campeonato al que lo ostentara, entonces existiría un campeón independiente que pasearía su corona a donde él quisiera, hasta que  encontrara a un oponente que se lo arrebatara.

Esta idea tal vez les parezca un poco complicada, pero si la examinan a fondo verán que todo mundo saldría ganando, incluso las bolsas millonarias que cada empresa obtendría cuando en sus arenas se efectuara una lucha titular por el campeonato nacional de cada división.

Sin embargo, estoy completamente seguro que ni Triple A, ni el Consejo Mundial de Lucha Libre, ni la IWA, ni la  empresa del Perro Aguayo o la del Hijo del Santo, se interesarían porque tal vez pensarían que están  lesionando sus intereses. No obstante, a la lucha libre, el cisne de oro, si le interesaría, porque volvería la seriedad a este deporte que está tan lejos de la tierra y tan cerca del infierno.

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