La historia jamás contada de una arena gigantesca de lucha libre

En febrero de este año, durante las fiestas de aniversario de la Plaza de Toros México surgieron a la luz pública documentos que habían estado guardados por casi 60 años. Entonces pudimos enterarnos del proyecto total del complejo deportivo que incluyó el coso taurino de referencia.

Neguib Simón, su creador

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Elías Simón fue el creador del proyecto deportivo gigantesco, que más adelante detallaremos. Pero antes daremos algunos antecedentes de Neguib. De origen árabe, nació en el estado de Yucatán y heredó una gran fortuna que él a su vez incrementó notablemente.

En la capital, proyectó un pasaje comercial, que atravesaba desde la calle de Venustiano Carranza hasta Uruguay, durante la construcción de los locales… ¡se encontraron ollas repletas de monedas de oro!, y al ser él el propietario legal del terreno también le correspondió la nueva fortuna del dorado metal, que a la vez lo convirtieron en multimillonario.

Así años más adelante fue desarrollando infinidad de ideas, que se podían realizar gracias al dinero. Tuvo Simón mucha visión para los negocios y supo incrementar sus riquezas admirablemente.

Neguib Simón era extravagante y genial por naturaleza, admirador de los deportes y apasionado de la fiesta brava. Y como también le gustaba recorrer el mundo, iba recopilando ideas.

Y fue así como se le ocurrió el proyecto de un gigantesco complejo deportivo que iba a incluir: un estadio olímpico, una gigantesca plaza de toros, una alberca olímpica, frontón (profesional), un ciclódromo, un gimnasio, cancha de basquetbol, pista de patinar, un complejo de cines y teatros… ¡y una arena de boxeo y lucha libre!

¿Qué pasaba con la lucha libre?

La Arena Coliseo, recién se había inaugurado en 1943
y era todo un éxito deportivo y económico.

Siempre resulta interesante hacer este tipo de remembranzas, porque nos traslada al año de 1943, la lucha libre profesional había cumplido 10 años de feliz existencia desde que Salvador Lutteroth la había traído a México. Incluso el éxito económico era impresionante, al grado de que se habían construido varias arenas en provincia y una en la capital, la Arena Coliseo, con capacidad para 7 mil gentes, que era insuficiente en cada función. México vivía tiempos de progreso y entusiasmo.

Para el Ing. Neguib Simón no pasó desapercibido el éxito de la lucha libre. De ahí que planteó la construcción de una arena… ¡para 40 mil gentes!

Ahora pudimos saber que se contactó con luchadores estrellas y promotores de provincia para que lo pudieran apoyar en el proyecto específico de la lucha libre. Y muchos de ellos estaban dispuestos a ayudarlo, porque además Simón pagaría mejor que el Sr. Lutteroth.

Don Salvador Lutteroth, hubiera tenido desde 1946 una competencia grande,
de haber cuajado el proyecto de Neguib Simón.

¿Qué pasó con el proyecto?

El ambiciosísimo proyecto naturalmente que requería un terreno de muchísima extensión y adquirirlo fue el primer problema grande para el Ing. Simón. En los inicios de la década de los años 40 prácticamente la ciudad terminaba en el Río de La Piedad (hoy Viaducto Río de La Piedad). Más allá hacia el sur prácticamente era inaccesible y ni siquiera había transporte público ni vías de comunicación.

Por eso cuando Neguib adquirió los terrenos de lo que ahora son la Colonia Nápoles y Noche Buena (lógicamente en este tiempo ni nombre tenían, no estaba colonizado) no había nada. Todo mundo le decía que estaba comprando y que iba a construir en el desierto, y que la gente no iba a acudir al complejo deportivo.

Aun así, Neguib tuvo la visión de continuar con sus planes. Aunque todavía hay quien comenta que pudo comprar tan baratos los terrenos, que por eso decidió agregar ahí su idea del complejo deportivo.

Un plan sin terminar

Eso sí, queda aclarado que Neguib Simón nunca tuvo problemas de dinero para construir su soñado proyecto. Pero le vinieron de rebote infinidad de barreras, comenzando por reunir el ejército de trabajadores que requería la magna obra, darle de comer, campamentos para dormir, la transportación de los materiales de construcción (que era difícil por no haber caminos).

Y muy al estilo del sistema mexicano de entonces, Neguib tuvo serios conflictos políticos con cercanos colaboradores familiares del entonces presidente, Manuel Ávila Camacho.

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Se dice que le pidieron participación del negocio, sin aportar capital ni ayuda alguna, simplemente por autorizarle los trámites de su Ciudad de los Deportes (que era el nombre oficial del complejo). Inclusive los políticos de entonces lo querían obligar a llamar Ciudad de los Deportes: Ávila Camacho. Además, exigían permanentemente cierto número de localidades, pero por cientos, no aisladas cortesías, lo que significaba una participación de la taquilla para siempre. Así se las gastaban los políticos de entonces que se sentían intocables. Y lo eran.

Toda esa serie de situaciones desanimaron al Ing. Simón a dar realidad a todo proyecto. Entonces cortó por lo sano y únicamente siguió adelante con lo que tenía más adelantado, que era el estadio Olímpico y la Plaza de toros.

En el año de 1946 (5 de febrero) inauguró el coso taurino, que desde entonces es el más grande del mundo con capacidad para 40 mil gentes, y más adelante el estadio de la Ciudad de los Deportes, con igual aforo.

Desanimo y fin del plan

Pero Neguib Simón no quiso continuar con su tan pretendido proyecto, y todo lo demás quedó sólo en los planos. Años más adelante los terrenos se hicieron fraccionamientos, con lo que de todos modos ganó muchísimo dinero su dueño. Con el crecimiento de la Ciudad y la apertura de la Av. Insurgentes Sur hasta San Ángel, quedó comunicadísimo, y ahora hasta céntrico se ve.

Esto fue a grandes rasgos la historia no realizada del proyecto de Una arena gigantesca de lucha libre. Eso habría cambiado la historia de nuestro deporte con una promoción diferente a la del Sr. Lutteroth. Quién sabe cómo hubiéramos vivido ese capítulo luchístico.

Este articulo se publicó en la revista BOX Y LUCHA edición 2512, en junio del 2001, por Ricardo Morales Rivera.

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