Murciélago Velázquez deseaba salir de la tristeza y la depresión.
P ágina arrancada de una conferencia de cábala que pronunciaron Kenya y Olivera basados en los escritos de Michael Laitman.
hí, sentado en su esquina sobre el ring, estaba El Murciélago, con la mirada perdida, mirando al infinito y tal vez al más allá. Su entrenador, un hombre llamado Mortimer, desesperado, pues iba a luchar contra Merced Gómez, su terrible enemigo con el que había hecho un pacto de luchar en súper libre todos sus combates. Subió al cuadrilátero y le rogó que se preparara para la batalla, a lo que él le respondió: «¿No te das cuenta de que no puedo trabajar? ¡Estoy deprimido! Déjame tranquilo y cancela la lucha.
Entonces, de las profundidades de la arena se escucharon aplausos, pues todos conocían a Mortimer, el entrenador espiritual de los atletas. Le dijo enèrgico: «¡Sufres y lo único que se te ocurre es sentarte y lamentarte. ¿Qué diferencia hay entre tú, un campeón y cualquier animalillo del bosque? Todos los animales al sufrir, se echan, se quedan quietos, sin hacer nada. ¡Y eso es porque los animales solo sufren cuando han sido lastimados o porque están enfermos. Pero ya te he dicho que al hombre se le exige más.»
El Murciélago se puso de pie y gritó: «¡Qué bueno que estás aquí! Pero dime ¿Para qué existe el dolor y el sufrimiento en este mundo?» Mortimer respondió: «Para que puedas gozar de la alegría y de la felicidad. Si no existieran estos sentimientos ¿Cómo sabrías que ahora sientes dolor y tristeza en tu interior? En lugar de ponerte así, deberías alegrarte de tu estado, porque después él, lo único que te queda es volver a sentir alegría.»
El Murciélago replicó: «Sólo un loco se alegraría de estar tan deprimido como yo lo estoy.»
-No, un loco no, pero un necio y egoísta, sí. Analicemos lo que te sucede. Hoy estás triste, pero, seguramente, ayer te sentiste contento.
-Cierto, estuve muy contento.
-Lo ves, Murciélago, vas de la alegría a la depresión. Primero experimentas placer y después sientes una falta de comprensión, tienes ausencia total de orientación. Pareces pelota de ping pong que va de un lado a otro. ¿Hasta cuando dejarás de ser una pelota?
-No sé qué hacer para evitarlo.
-Ya has dado el primer paso. Ahora quiero que recuerdes por qué te sentías feliz ayer.
– Ayer, mi vecino estaba triste porque no podía poner un barandal en la escalera para que subiera su esposa, quien llegaba del hospital. Yo, al verlo deprimido y débil, me acomedí y la arreglé. Al ver la felicidad que produjo mi trabajo en el rostro del mi vecino y de su hija, me llené de felicidad y me sentí muy bien.
-Pues hoy debes aferrarte a ese sentimiento… ¡Aférrate a él!
-¡Sí, deseo salir de mi tristeza y mi depresión!
Mortimer le dio una palmada en la espalda y con tono paternal le dijo: «Si únicamente haces esto, jamás lograrás salir de tu tristeza, por qué tú, con todo y la brutal fuerza de tus músculos, eres incapaz de escapar de las entrañas de la depresión.» Murciélago bajó los brazos.
-El siguiente ingrediente del método de escape es que tienes que pedir auxilio a una fuerza superior. Pídele con todo tu corazón, pide que te libere de las cadenas que hoy te sujetan.
-¡Ayúdame!
-Te ayudaré porque si al pedir auxilio te unes a otros, tu petición será más fuerte, pues crece con el apoyo que te dan todos aquellos con quienes te unes.
Murciélago y Mortimer se dieron un abrazo festejando la victoria sobre la depresión.
Esta conversación nos deja enseñanzas: Recordar los momentos felices del ayer y aferrarse a ellos, y pedir ayuda a los demás y elevar nuestras oraciones al ser supremo.
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